En cuanto a la Educación Superior la UNESCO establece que la pertinencia de la educación superior en
relación con el servicio a la sociedad, debe propiciar un análisis que
incorpore lo inter y lo transdisciplinar, como una manera de contar con una
visión más concreta y holística de esa realidad social. Morín, también comparte
esa afirmación, cuando expresa que el pensamiento complejo, que está en la
esencia de la interdisciplinariedad, mantiene una tensión permanente entre la
aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista y el
reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento. La esencia de
la educación, en su visión del pensamiento complejo, radicaría en los siete
saberes fundamentales que la educación del futuro debe tratar en cualquier
sociedad y en cualquier cultura: 1. El conocimiento del conocimiento; 2. Los
principios de un conocimiento pertinente; 3. Enseñar la condición humana; 4.
Enseñar la identidad terrenal; 5. Enfrentar las incertidumbres; 6. Enseñar la
comprensión y 7. Enseñar la ética del género humano (Morín, 2007: 9).
La Educación Superior, adquiere un papel relevante en virtud de los cambios acelerados que en el orden científico y tecnológico se están dando, los cuales inciden directamente en el desarrollo socioeconómico y cultural de los países. Este dinamismo, conlleva a la necesidad de redefinir y perfeccionar la función educativa en relación con la formación y capacitación permanente del recurso humano calificado, ahondando en la investigación científica para sustentar esos cambios y los servicios que aportará a la sociedad en correspondencia con dicho desarrollo.
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